sábado, 19 de mayo de 2012

Viejo querido

Querido Lolo, ni idea como empezar a escribirte y decirte lo mucho que te quiero. Tengo miedo aburrirte si te cuento que sin conocerte, mi hermano me contaba historias tuyas y me decía que mi viejo también lo hacía dormir con tus hazañas. En mi imaginación te fui vistiendo como un Superman de capa crema y una ‘U’ en el pecho. Querido viejito, perdona el atrevimiento, pero ya que lees estas líneas..., cuida mi amigo que falleció hace un tiempo y que saltaba en la tribuna alentando al ‘Eterno campeón’. Dame sabiduría para contarle a los nuevos hinchas esas epopeyas que levantaste con nuestra camiseta. Ayúdanos, necesitamos de ti, para salir adelante. Convence a cada crema para que llene la tribuna. Perdona Lolo querido, debo darte un presente y termino pidiéndote cosas. Y como es imposible darte un regalo, haré algo para que de tu boca salga una sonrisa tierna: prometo nunca dejar al club que amamos, estar apoyando más en las malas que en las buenas, lucir el emblema por donde nos lleve la vida y hacer de la familia que nos toque formar, un nuevo hogar donde su cultive la idolatría a los colores que defendiste con la piel. Estoy seguro que ese es tu mejor regalo en este día especial.

jueves, 19 de abril de 2012

Un amor sin tiempos

Cuando tengas el cabello blanco y no puedas ocultarlo, cuando tus labios tiemblen pese a que no estás diciendo nada, cuando estés más renegona que de costumbre, cuando todo te joda porque simplemente te jode, cuando todo tiempo pasado lo sientas mejor, cuando los años vividos te pesen tanto que perderás esa rigidez al caminar y necesitarás ese bastón milagroso que te dará estabilidad, cuando sentada frente al jardín asumirás dolores del cuerpo que ni sientes, prometo estar allí, de cualquier forma, disfrazado de muchas maneras y contándote historias increíbles de un club que siempre amamos. Reirás y yo contigo y sabes, para esos tiempos ya tendremos un par de Libertadores y olvidarás lo mierda que es el mundo donde nos tocó vivir y que pronto dejaremos. Sonreirás y serás tan bella como Universitario, que al igual que tú, no tiene tiempo ni edad.

lunes, 27 de febrero de 2012

Te invito a volver... con el campeón

Me harté de suspirar frente a tu foto. Me cansé de soñar que volvía a estar cerca de tuyo. Es mucho, demasiado. Basta ya de alucinaciones de madrugada, de imaginar tu rostro en la oscuridad. De mirar esas sombras que forma el árbol en la ventana del cuarto y asumir que lo que trasluce eres tú.
No quiero más sueños, no deseo más escribir cuentos en mi cabeza donde nos volvemos a encontrar y luego de algunos lagrimones, me dices que siempre pensaste en mí y yo, que jamás te pude olvidar.
He buscado a ‘especialistas’ en reconciliaciones. Me han dicho muy clarito: ‘Todo pasa por el coraje. No pienses que locura podrías hacer, hazla y todo será bienvenido’. Otros me dan mejores ánimos: ‘Si alguna vez te amó, es más fácil que hagas renacer ese sentimiento’.
No sé, tengo miedo. Quizás al primer indicio de mi búsqueda por recuperarte, salgas huyendo, sorprendida de que pese al tiempo y siga sintiendo lo mismo. No conozco a las mujeres, no las entiendo, solo sé que cuando la vida se trasforma en un túnel oscuro, te imagino y quisiera pedirte que me ayudes y las pocas veces, que la vida me sonríe, me gustaría avisarte que la paso bien.
No hay tácticas ni estrategias para verte, no hay un plan truculento para que me mires con tu corazón y sienta esa necesidad de estar cerca mío. No importa, sería bueno volver a ser amigos y quizás allí aparezca. Siempre he creído que el amor es la etapa superior de la amistad y vendría bien empezar a ser ‘patas’.
Y como amigos, te llamaré y te diré: ‘Te invito al estadio, el jueves juega Universitario, es la noche crema para los hinchas como tu y yo’. Será inolvidable, para el ‘Eterno campeón’ y para mí, que aún te sigo amando. ¿Aceptas?

jueves, 2 de febrero de 2012

siempre te amaré

Estaba decidido. Me iba de tu lado, aunque ya te habías ido antes aún teniéndote cerca. Nuestras veredas no eran las mismas y esa era la gran realidad. Sabía, entendía, que llegarían días de soledad eterna, de nunca acabar. Y así fue, llegué al cuarto desde donde te hablaba y conversábamos y el tiempo era nuestro y manejábamos nuestras emociones como mejor nos parecía. El mundo era una burbuja y a ...llí te generaba risa y me provocabas ternura. Pero todo había cambiado, ni intentar recurrir a esos jirones que en todos estaba sembrado tu recuerdo. Ahora había que pensar mejor la vista a cada restaurante, porque en cada uno que visitamos, escribí tu nombre con fecha y hora, para registrar nuestra maravillosa historia.
Sabía que por un tiempo no escucharía a Daniel F porque me haría lagrimear ni pensar en Silvio o Pablo, sería un dardo a esta herida sin esparadrapo y con gotas frescas de una sangre aun fresca.
Allí, metido en mi habitación, imaginé el futuro y tuve miedo. Recorrí las paredes y me encontré con un viejo poster amarillo, con jugadores que ya no juegan al fútbol y que un día los quise con devoción. Más allá el ‘Superman’ con redecilla miraba con cariño y entonces, me senté, descubrí que pese a esta caída estaba intacto para el amor.. para el amor por Universitario

jueves, 19 de enero de 2012

Crema.. por herencia

Decidiste partir y yo no puse reparos, subiste al primer taxi que se cruzó en tu camino y preferí seguir mi ruta. Desde entonces nunca más transité nuestros jirones, jamás volví a pisar esos lugares donde nos juramos amor eterno. Regresé con los míos, a reunirme con esos soldados del desamor, militantes de la ternura sin poder entregársela a nadie. Busque refugio en amigos incondicionales, a vivir historias fascinantes para olvidarte que siempre hacían que te recuerde. Pero el dolor por amar es una herida que se archiva pero cada tiempo sangra y también es real que no te tumba, se sigue de pie y hasta ríes como si fueras el ser humano más feliz. Salté en mi tribuna, tu rostro se ‘aparecía’ en cada vuelta olímpica, pero ya había aprendido a vivir a sí, con mi estilo y sin tu afecto.
Me adueñe de los temas de Jorge Millones, cante – aunque él no lo sabe – con Rafo Ráez y caminé por donde quise. Pero fue allí, en los pasillos de ese centro comercial que nunca pensé encontrarte y te vi. Tu mirada se cruzó con la mía, me sorprendí y quise disimularlo con una sonrisa llena de calma que solo delataba mi nerviosismo. Estabas con una blusa blanca, un jean azulino y nada de maquillaje. Quise decir hola y me di cuenta que no ibas sola. Llevabas tomado de la mano a un niño que creo – nunca fui bueno para los cálculos - que no pasaba los 4 años y tenía puesta la chompa del ‘Eterno campeón’ y me sentí bien. No habías dejado de ser hincha de la ‘U’ y eso era lo más importante en nuestro reencuentro inesperado

domingo, 8 de enero de 2012

Crema... pese a todo

Estaba enfadada, molesta. Tenía esa mirada de jefe militar que me cortaba cualquier intento por romper el hielo de esa mañana. Era imposible decirle algo, ni pensar en hacer esa caricia simple: tocar su mejilla y felicitala por ser tan bella.
Me miró de pies a cabeza, avanzó hasta la ventana y miró a ninguna parte. Parecía una niña palestina huyendo de su tierra sin comprender nada. Yo seguía sin entender lo que pasaba. Ni su molestia, ni su silencio prolongado. Intenté romper ese instante con un comentario que no venía al caso. 'Va hacer harto frío'. Pasaron dos segundos y no respondió, tres y su mano derecha la pasó por su hombro izquierdo, luego suspiró y por fín dijo algo: 'No es posible que vengas con la camisa sin planchar. ¿Cúantas veces te voy a decir que para mí, esas cosas son importantes?'.
No supe que decir, dirigí la mirada al piso, miré las patas de la mesa y me percaté que una de ellas estaba gastada. también descubrí que uno de los pasadores de mi zapato derecho estaba apunto de desatarse y que una paloma se había cagado en la basta de mi jean. Aunque claro, era algo pequeñito y ella no se iba a dar cuenta. Entonces, elegí escapar de la escena y encontré la excusa perfecta: 'Voy al baño un toque'.
Pero ella volvió al ataque. 'Cuando vengas a verme recuerda que no estás yendo a la 'Trinchera norte'. Me dio bronca, me dio rabia, pero no iba a caer en el juego de la provocación que me estaba planteando. Repetí mi frase anterior, aunque con la voz más firme. 'Me voy al baño' y otra vez soltó la frase hiriente. 'Cuando vengas a verme, deja al barrista afuera'.
Ya no podía seguir callado, iba a gritar fuerte, muy fuerte, que me iba de su casa, pero su voz autoritaria se adueñó de la sala. 'Sácate la camisa, te la voy a planchar'.
No dije nada, decidí hacer caso. Sin mirarla se la entregué y me encerré en el baño. Escuché sus primeros movimientos, me sentí tonto, con ganas de preguntarle que carajo tenía contra la tribuna o mejor aclararle que ser barrista crema era un orgullo. Iba a decirle un par de cosas, ponerla en su sitio, qué a este fanático crema lo conoció así y que no joda más con el tema. Salí decidido, hasta sentía que llevaba la cinta de capitán en mi brazo izquierdo. Iba a refrendar el orgullo merengue. Abrí la puerta y la vi concentrada en su trabajo por dejarme la camisa perfecta y estaba tan metida en su objetivo que ni se dio cuenta que yo la miraba y fui allí, en ese momento, que la escuché cantar bajito: 'Dale alegría, alegría a mi corazón, la Copa Libertadores es mi obsesión... '. Invente una pequeña tos y volteó. Nos miramos, se sintió descubierta y reímos de felicidad.

miércoles, 4 de enero de 2012

Más que un regalo, una pasión

Esa noche, era martes de 2 x 1 en los cines. Ese día casi ni habíamos visto la película. Creo que estabas molesta y yo estaba preocupado. Imaginé que te fue mal en el trabajo, yo no había conseguido empleo.
Creo que todo te fastidiaba, desde el protagonista y la misma historia. Encima el tema pasaba por un tipo que gustaba sentarse en los parques y eso, me di cuenta, te jodió más.
Pero no era error mío, ni desventura tuya. Cada quien había hecho su sacrificio. Tú aprendiste a caminar y ver algo bonito en calles que antes te parecían intrascendentes y yo, como ese día, no iba al estadio, prefería estar el mayor tiempo a tu lado.
Saliste a paso apurado, casi soltándote de mi mano y yo te seguí. Te paraste al filo de la vereda y estiraste la mano parando un taxi. Me asusté, sacando cuentas no me iba alcanzar el dinero para pagar la carrera.
Abriste la puerta, dejaste que yo haga lo mismo y me diste espacio para que me siente.
Arriba, me miraste de reojo y abriste tu cartera. Yo seguía sumando, sacando cuentas, esperando que sobre un sol después de pagarle al taxista y con eso regresar a casa.
Tú seguías metida en tu búsqueda. Te miré de reojo, te veía preciosa, sería y hermosa (de verdad cuando te molestaba te encontraba más bella). Hasta que rompiste el silencio, Sacaste un paquete de adentro de tu cartera y con voz solemne me hablaste sin bajar la mirada: ‘He comprado dos camisetas de la ‘U’, el domingo vamos bien vestidos al estadio’. Te sentí tan firme, resuelta, que me dio miedo tocarte, acariciarte y agarré la camiseta que era para mí y besé la insignia. Me miraste con ternura y simplemente respondiste: ‘Yo también amo a la ‘U’ y nos paramos de besarnos hasta bajar del auto.